Sin duda que el estallido social marcó un antes
y un después en nuestro País. El 19 de octubre se vivió una revolución social
gatillada por el aumento del pasaje, siendo esto la gota que rebalsó el vaso de
un montón de injusticias sociales y aprovechamientos por parte de las
autoridades hacia la población chilena. Así se vieron diversos enfrentamientos
entre los manifestantes y las fuerzas armadas, lo que llevó a un estado de
excepción, donde los militares salieron a la calle, se levantó un toque de
queda para todo el país, para así intentar frenar los movimientos sociales de
los manifestantes, los cuales inducidos por la rabia quemaron un sinfín de
tiendas, empresas y supermercados de las grandes marcas.
A raíz de esto, el 21 de Octubre estábamos
tomando once con mi familia compuesta por mi papá, mamá, mi hermana, mi sobrino
y yo, mientras de fondo se escuchaban las noticias que informaban sobre el sin
fin de movilizaciones que se seguían realizando dos días después del estallido
social. Fue así como mi papá puso sobre la mesa el tema del porqué de los
destrozos que realizaban los manifestantes y cómo no se daban cuenta de que los
únicos que salían perdiendo éramos nosotros mismos, aludiendo que no tenía
sentido esa forma de manifestarse, que las cosas podrían resolverse de otra
manera.
Con mi hermana solo pudimos mirarnos y
comenzamos a conversar con él que lamentablemente la gente se movilizaba todos
los años, los escolares hacían un sinfín de paralizaciones y movilizaciones en
forma de manifestación para dar a conocer el descontento por la educación
actual chilena, exigiendo cambios que se vienen pidiendo desde hace años. El
fin a las pruebas estandarizadas, una educación de calidad, el acceso a la
educación superior gratuita, entre muchos otros. Lo mismo pasaba con los
funcionarios de la salud que desde hace años reclaman por lo precario que es el
sistema de salud actual, donde la gente para conseguir horas debe hacer filas
infinitas lograr atenderse. Así mismo, el movimiento que quiere poner fin a las
AFP, las cuales constantemente retienen más dinero de los trabajadores
chilenos, dándole pensiones cada vez más precarias a los jubilados de nuestro
país, los cuales, con su pensión actual, les alcanza cada vez menos para tener
una vida tranquila.
Fue así como le dimos a entender que, en
verdad, las manifestaciones han existido durante tanto tiempo y que las
autoridades en todos los ámbitos solo daban soluciones parche ante las
necesidades de la ciudadanía que la gente se cansó. Además, sumémosle que
dentro de ese mismo periodo autoridades habían realizado tantos comentarios que
hacían notar la burbuja en la que vivían y cómo se reían de las condiciones
actuales del país, por ejemplo el dicho que se dio el ministro de economía
Fontaine, mencionando a que la gente se levantara más temprano para evadir el
precio del pasaje, lo mismo para poder obtener horas en la salud, aludiendo a
que se formaría un tipo de junta de vecinos entre la gente que estaba desde las
5 am haciendo filas para conseguir una hora en el sistema de salud mientras el
ex ministro de salud Mañalich, mencionaba que teníamos el mejor sistema de
salud del mundo. Todos estos dichos fueron en cierta medida leña para el fuego
para que la gente decidiera tomar medidas radicales como que las
manifestaciones fueran masivas y destructivas donde se quemaba todo a su paso.
¿Cuál es la idea de quemarlo todo? Preguntó
nuestro papá. Nosotros solo le hicimos notar que se fijara en qué instituciones
se estaban quemando. Se estaban quemando los supermercados que hace años se
estaban destapando las colusiones y el manejo de los precios, desde los pollos
hasta el confort. Donde la medida de castigo era devolver $14000 pesos, en el
caso de la colusión del confort, acompañadas por clases de ética. Se quemaban
las sucursales de las pensiones las cuales por las razones anteriormente
mencionadas la gente las ve como el enemigo común a vencer y también las líneas
de metro, las cuales eran por el alza del precio. Fue así como lamentablemente
la gente daba a entender que estaban cansados de las colusiones y estas
instituciones que lo único que realizaban era sacar cada vez más dinero de la
gente y por tanto si las manifestaciones pacificas no funcionaban, la única
solución que veían era quemarlo todo, dando a entender de que debían
desaparecer. En la televisión justo se escuchó a una señora presente en las
manifestaciones que decía que le habían quitado tanto, que le quitaron hasta el
miedo.
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