El ritmo de crecimiento constante que ha experimentado la economía chilena en los últimos treinta años, ha llevado a su valoración y reconocimiento mundial como ejemplo de dinamismo, competitividad y eficiencia. En términos históricos, Chile presenta actualmente el crecimiento económico más expansivo y estable desde la época de la Independencia. El cuestionamiento reside en otras materias, específicamente en dos flancos: el nivel de distribución social de la riqueza y el impacto sobre el medio ambiente. Hablando sobre el impacto del medio ambiente, no está igualmente institucionalizado. Según un difundido diagnóstico, el modelo de desarrollo chileno continúa estando fuertemente vinculado a la explotación y exportación de materias primas arriesgando una degradación ambiental, en el agotamiento de los recursos naturales y en el deterioro de la base de recursos mediante la contaminación. La omisión del factor ambiental en este sentido puede echar por tierra muchos de los beneficios económicos que se extraen de los recursos naturales en Chile.
¿Comenzamos a preocuparnos del medio ambiente, que a largo plazo terminará desestabilizando la calidad de vida de las futuras generaciones, o nos preocupamos de explotarlo ganando una estabilidad económica que nos permite vivir ahora?